martes, 9 de agosto de 2022

Maelstorm: Grupos y Rangos

 Aurantes


Los aurantes (llamados "auras" o "extranjeros") son humanos corrientes, nacidos y criados en cualquiera de las lunas de Aurelius. Éstos han llegado a Nerva sentenciados a cumplir condena realizando trabajos forzados en las minas de Nerón. Normalmente los que son enviados a este sistema son delincuentes peligrosos, reincidentes o totalmente inadaptables a otro tipo de prisiones; es decir, son la escoria más baja de la sociedad aurante.

Al contrario que los nervas, no necesariamente poseen conocimientos de minería ni extracción, y mucho menos saben cómo sobrevivir a las duras condiciones de Nerón. Por ello, a los auras no se les permite gestionar sus propias minas y tienen que trabajar para otros en la extracción y aprender sobre la marcha lo que los nervantes han estudiado durante casi toda su vida. A parte, la atmósfera de Nerva tiene mucha densidad de oxígeno, por lo que a los recién llegados les cuesta mucho respirar sólos durante lo primeros meses y dependen de filtros y respiradores para poder salir al aire libre sin marearse o "colocarse" (aunque sus pulmones se van acostumbrado con el paso del tiempo, excepto si sufren alguna enfermedad cardiorrespiratoria).

Cuando desembarcan son abandonados a su suerte en la ciudad portuaria, y deben intentar sacarse las castañas del fuego solos. La mayoría intenta probar suerte en las minas, pero abandonan en el primer mes. Mucho mueren de inanición por no poder cumplir con las cuotas, son víctimas de algún trágico accidente, o de los violentos asaltos de sus compañeros que intentarán robarle, violarle y, con suerte, matarle después. Muy pocos auras logran hacer carrera en las minas, y los pocos que lo consiguen suele ser por tener una especial fuerza o destreza física (aunque no sea comparable a un nervante); o por tener algún conocimiento de geología, ingeniería, etc; que le garantice un puesto fijo fuera de los túneles. 

Su segunda opción es trabajar en las granjas de proteínas, pero debido a que no poseen la resistencia de los nervantes, a menudo acaban desarrollando enfermedades o degeneraciones respiratorias debido a la concentración de gases tóxicos que se acumulan en el interior de los túneles. Otros mueren por picotazos de insectos, ya que sus venenos suelen ser bastante potentes.

Los que no ven futuro en las minas ni en las granjas, acaban recurriendo a la violencia y la delincuencia para poder sobrevivir, lo que ha provocado que la mayoría de auras acaben formando pandillas callejeras que pululan por las calles de la ciudad portuaria, o bandas de moteros nómadas que atraviesan el desierto asaltando caravanas y cargueros, robando suministros e, incluso, canibalizando a la gente.



En resumen, se puede decir que los auras son considerados ratas, pura basura social, y los nervantes prefieren no juntarse con ellos más de lo necesario. De hecho, para los nervantes relacionarse con un aura es arriesgar su reputación. Aún así, muchos nervantes desesperados por comida o que han sido desechados de las minas en las que trabajaban tras sufrir un accidente y quedarse tullidos apuestan por unirse a las bandas de los auras y cazar gente en las estepas vacías.




Nervantes

Un nervante (o simplemente "nerva") es un humano "nacido" en Nerva. Debido a las propiedades de la atmósfera y a las leves diferencias en la gravedad, los primeros colonos decidieron usar el mejor material genético del que disponían para crear humanos resistentes que pudieran vivir sin problema en esta luna y poder así tener trabajadores eficientes para las minas. Por ello, los nervantes tienen mayor densidad ósea que los humanos de Aurelius, por lo que son más pesados y más fuertes. También tienen alterado el sistema respiratorio, por lo que pueden respirar la atmósfera de Nerva sin ningún problema y sin necesidad de depender de filtros, incluyendo algunos gases normalmente tóxicos para los auras.




Un nervante, en realidad, no "nace", se hace. El proceso es harto complicado, y sólo puede hacerse en una Clínica Genética. Esto se debe a que la genética nervante sólo permite la creación de individuos masculinos, ya que el par genético XX resultaba incompatible con las modificaciones, derivando en malformaciones óseas y deficiencias respiratorias en los fetos que llevaron a descartar la creación de individuos femeninos, por lo que no hay mujeres nervantes. 

Para crear un nervante se necesitan gametos masculinos de dos nervantes imprimados para poder generar espermatozoides híbridos que se usan para fecundar uno de los óvulos congelados de las Matriarcas. Si la compatibilidad genética es buena (superior al 88%), se creará un feto que se desarrollará en un útero biónico y se completará en unos 7-8 meses. Cuando está listo, las propias máquinas son las que cortan el cordón umbilical y licuan la placenta sintética para alimentar al nuevo nervante. 



Este proceso actualmente puede hacerse con dos nervantes, o con un nervante y un aura; pero en ambos casos las dos personas deberán estar imprimadas. Sólo se permite donar material genético una vez por persona, para mantener controlada la población. Es decir, que si dos imprimados donan su esperma pero éste no resulta lo bastante compatible o el feto no completa su desarrollo, no podrán volver a intentarlo.

Entrenamiento espartano

El bebé recién salido de tubo de ensayo es entregado a sus progenitores, que podrán criarlo durante los próximos 5 años, hasta que sea reclutado en la Academia de Entrenamiento de Nerva, momento en el que es separado de su familia para siempre. Algunas parejas nervantes directamente prefieren entregar al bebé a la Academia para no tener que responsabilizarse de él durante sus primeros años de vida, dejando que sean las IA's y los robots quienes los críen en los Autorfanatos hasta que llega el reclutamiento. Es sabido que los nervantes criados por máquinas sufren fuertes carencias afectivas y sociales durante su infancia, lo que siempre deja algún tipo de marca en su personalidad (timidez extrema, altos rasgos de psicopatía y narcisismo, pánico a las multitudes, rechazo al sexo, etc), ya que las IA's no les ofrecen ningún tipo de soporte emocional durante el crecimiento.



En la Academia los nervantes aprenden a sobrevivir en las duras condiciones de Nerón, a manipular y arreglar diferentes tipos de herramientas y vehículos, pero sobre todo se especializan en la minería, que será su único objetivo durante el resto de sus días. Contra lo que muchos auras creen, los nervantes no son una panda de brutos ignorantes armados con picos: la mayoría de ellos son buenos guerreros (aunque no tengan un entrenamiento estrictamente militar) que manejan los picos hidráulicos con la misma destreza que una pistola bláster. Y los que no destacan tanto a nivel físico son buenos ingenieros, mecánicos y comerciantes; o prefieren trabajar en las granjas de proteínas subterráneas (criando insectos y procesándolos para crear comida). Tomar a nervante por un garrulo ignorante puede ser el peor error que un aura cometa en su vida. 



El internamiento en la Academia dura hasta que el nervante cumple 18 años, momento en el que es asignado a una de las minas de Nerón para empezar a trabajar (generalmente por sorteo). Muchos nervantes son enviados a minas muy exigentes o peligrosas, por lo que es normal que algunos mueran durante su primer año de trabajo en accidentes o atacados por sus compañeros cuando las raciones escasean. Lo normal es que un nervante no vuelva a tener contacto con sus progenitores, aunque algunos sí que intentan buscar a sus "familiares".

Imprimación por proximidad o "sublimación"

La imprimación por proximidad es un defecto genético de los nervantes. Debido a la necesidad de crear humanos superiores y genéticamente compatibles para poder mezclaros entre sí y evitar una degeneración endogámica, ocurrió una alteración de conducta colateral de alguna forma "rescatada" de los instintos primitivos del ser humano. Un "error de cálculo" que ha condicionado completamente a toda una raza y se ha convertido en uno de los pilares principales de la cultura local.



Cuando un nervante está cerca de otra persona genéticamente compatible, automáticamente "se imprima" de ella. Dicha compatibilidad hace que el sentimiento sea recíproco: es decir, que si uno lo siente, por ende el otro también. Algunos describen la sensación como de sentirse flotando o como si su cuerpo se convirtiera en gas durante unos segundos, motivo por el cual muchos se refieren a este proceso como "sublimación". Se trata de una especie de enamoramiento u obsesión que disparará los instintos reproductivos del nervante cada vez que la otra persona esté cerca. Inevitablemente se sentirá atraído hacia la otra persona, o incluso excitado por su mera presencia. Dependiendo de cada uno, habrá algo físico de esa persona que activará esa reacción si o si: su olor, su voz, su tacto, etc. Cada vez que esto pasa, el nervante verá sus instintos completamente condicionados y se volverá protector, o incluso territorial, con la otra persona. Tratará de evitar que otros posibles candidatos a la sublimación intenten acercarse a ella, traduciéndose en ataques irracionales de celos o volviendo al nervante muy controlador e, incluso, violento.

El proceso de sublimación se consuma cuando uno de los dos imprimados "marca" al otro con un mordisco, generalmente durante el acto sexual. El intercambio de feromonas segregadas por la saliva hace que el "marcado" (Beta) se perciba como la propiedad del otro nervante (Alfa). La naturaleza primitiva de este acto hace que, normalmente, el Beta se convierta en la parte pasiva de la relación (el "uke" o "el que recibe"), y el Alfa en la parte dominante o activa (el "seme" o "el que da"). En muy contadas ocasiones, los dos imprimados pueden morderse el uno al otro, convirtiéndose en Deltas ("suke"), de manera que las dos partes van alternando la relación de dominación o sumisión dependiendo de la situación o de cómo pacten su relación a partir de ese momento, ya que ambos se ven como "iguales".

Los auras no sufren el fenómeno de la imprimación, pero eso no quita que no puedan compartir su vida con un nervante imprimado si así lo desean, aunque la norma general (con muy raras excepciones) es que la superioridad física de los nervantes haga que la mayoría de los auras sean marcados como Betas.

Los nervantes pueden sentir la imprimación hacia varias personas a la vez, pero una vez consuman la relación, este instinto desaparece hacia las demás personas y se focaliza sólo en la pareja. Por eso suele decirse que la sublimación sólo ocurre una vez en la vida, por lo que si uno de los dos falta, el otro se queda desamparado. No obstante, esto no es enteramente cierto, ya que algunas veces sí puede repetirse el proceso de sublimación con otra persona si hay compatibilidad; lo que ocurre es que normalmente los habitantes del sistema Nerón no viven el tiempo suficiente como para repetir la experiencia.

Protocolo sublimado

En la sociedad nervante los Alfas  siempre van "por delante" de los Betas. Hay un protocolo no escrito en esta sociedad cuando se es Beta, y no cumplirlo se considera una falta de respeto y una deshonra muy importante.

  • No se debe llevar la contraria al Alfa en público, y mucho menos contestarle mal, ridiculizarlo, insultarlo o ignorarlo delante de los demás.
  • Deben llevar la marca de su sublimación visible para que otros la vean (por esto normalmente se marca en el cuello o el antebrazo).
  • Los Betas siempre esperan a que el Alfa empiece a comer el primero.
  • Siempre llevan el rol pasivo durante el acto sexual. Nunca se debe intentar someter sexualmente a su Alfa.
  • Nunca deben mantener relaciones sexuales con otra persona que no sea su Alfa.
  • Nunca pueden sentarse junto a otro Alfa ni mantener contacto físico estrecho con él, especialmente si éste no está imprimado.
  • Deben agradecer la protección de su Alfa cumpliendo sus órdenes y mostrando su sumisión.
Los Alfas, claro, también tienen su propio protocolo:
  • Un Alfa no puede tolerar que su Beta le falte al respeto o ignore su sumisión en público.
  • No pueden permitir que otra persona mantenga relaciones sexuales con su Beta, bajo ningún concepto, ya que esto se considera una terrible deshonra.
  • Que un Alfa alivie sus ansias sexuales con otro se considera un terrible desprecio hacia su Beta, y es una falta muy grave si lo hace con el Beta de otro Alfa.
  • Un Alfa siempre debe asegurarse de que su Beta reciba los alimentos y la atención que necesite, y debe velar por su bienestar.
  • Un Alfa siempre protege a su Beta, aunque para ello deba poner su vida en riesgo.
  • Un Alfa nunca debe llevar una marca de sumisión de forma visible (esto es especialmente importante para los Delta).


Obviamente cada persona piensa libremente, al margen de sus instintos, y muchas parejas consideran estas normas anticuadas o demasiado opresivas. Algunos sólo las respetan delante de otros, pero se comportan de manera diferente en sociedad. Y sólo algunos dementes optan por romper el protocolo públicamente, con el consiguiente juicio y escarnio social que eso implica, lo que no es muy buena idea en una sociedad donde cualquier puede matarte por prácticamente cualquier motivo (o hacerte algo peor).

Los Delta son un buen "vacío legal" en este caso, pues estas normas se generaron de forma binaria, por lo que la mayoría se las aplica a conveniencia. Por este motivo muchos consideran que los Delta en realidad no están imprimados de verdad, y piensan que ese tipo de relaciones son una burla o una falta de respeto.

Sin embargo hay tres normas que todos los imprimados deben seguir sí o sí, ya que no hacerlo, implica ser perseguido por los Despedazadores:

  • Una vez se consuma la imprimación, ambos deben acudir lo antes posible a una Clínica Génetica para donar su material genético.
  • Si la pareja imprimada decide recibir al niño, deberá entregarlo el día que sea Reclutado.
  • Sólo se permite la donación de material genético una vez por persona.


Toda esta carga social, ligada al cáriz "sagrado" que se atribuye a la sublimación; hace que la disputa por el rango de Alfa entre dos imprimados sea, en muchos casos, feroz. Por supuesto, hay Betas que se rinden voluntariamente al dominio de su Alfa por distintos motivos. Pero normalmente ser el Alfa de la relación aumenta la reputación de la persona (y con ello sus responsabilidades). Por eso, si ninguno de los dos quiere adoptar voluntariamente el papel del Beta, la única opción que les queda es luchar por ser el Alfa. Es un enfrentamiento muy duro a nivel físico y emocional para la mayoría (aunque hay quienes lo disfrutan), ya que cuando se disputa el dominio de la relación de esta forma, normalmente el que se proclama Alfa no sólo tiene que morder al Beta para marcarlo, sino que también debe terminar de consumar su dominio mediante el acto sexual si el otro sigue resistiéndose (es decir, violándolo). El daño mental y físico en este caso puede llegar a ser muy alto, y se sabe de casos en los que uno ha terminado matando al otro por accidente.



Es sabido en la sociedad nervante que la forma en la que el Alfa somete al Beta la primera vez marca prácticamente el rumbo de su relación. Por ello lo más "agradable" socialmente hablando es que uno de los dos imprimados acabe cediendo para adoptar el rol de Beta, para que el proceso de recibir la marca no resulte tan traumático. Aún así, está perfectamente aceptado socialmente que un Alfa viole a su Beta para consumar la sublimación (algunos incluso creen que la violación reiterada "consolida" la relación y mantiene estable la diferencia jerárquica entre el Alfa y el Beta en aras de evitar conflictos dentro de la pareja).

Por estos y tantos otros motivos, algunos nervantes (y la mayoría de los auras) consideran la imprimación como algo contra lo que deben luchar, ya que no les deja elección y, por ello, no lo consideran "amor" o no consideran que haya un sentimiento real detrás de un proceso químico que creen que pueden llegar a controlar con disciplina y autocontrol. Algunos intentan acallar sus instintos con drogas o intentando alejarse, pero pocos son los casos en los que un nervante ha sido capaz de ignorar su naturaleza. En la gran mayoría de los casos reprimir la imprimación suele derivar en problemas de control de la ira, depresión o ansiedad.

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