Atlantis: La Ciudad Capital
La arquitectura y distribución urbana de la capital de la Atlántida era sin duda una verdadera innovación que constituía el reflejo de la avanzada civilización Atlante. Resulta complejo definir un estilo arquitectónico concreto, ya que los Atlantes tenían un estilo muy propio difícil de clasificar, demasiado avanzado para su época, pero con tintes que hoy en día a nosotros nos parecerían algo clásicos.
Se trataba de una especie de remezcla entre el estilo griego, el azteca y el egipcio, con un deje que se nos podría antojar futurista. Eso era algo que no se quedaba sólo en las maravillosas construcciones, sino también en su estilo de vida, sus utensilios, su ropa, su cultura…
La ciudad estaba construida básicamente en piedra blanca, como por ejemplo el mármol y el granito, casi todos los edificios eran blancos con tintes azules, plateados y dorados. Las paredes y las fachadas, las columnas y los pórticos, sobre todo los de los edificios más importantes, estaban llenas de estatuas y complejísimos grabados y de dibujos de azulejos. Muchos llevaban inscripciones en el idioma Atlante que los maestros del cincel rellenaban con un líquen bioluminiscente que hacía que la ciudad brillara en tonos azulados por la noche, lo que sumado a los cristales luminosos de las calles (podríamos decir que eran las farolas) daba una visibilidad perfecta aunque teñida de azul. Vista de lejos, las luces nocturnas de Atlantis parecían componer un cielo estrellado al ras del suelo.
Casi todas las ciudades del continente, sobre todo las más importantes, seguían un patrón parecido en diseño y distribución. Pero sin duda Atlantis era la culminación de la precisión arquitectónica.
Para poneros en situación, he hecho un mapa simple indicativo para que sepáis más o menos por donde os movéis.
Para empezar a explicaros, Atlantis se erguía en la parte sur del continente, conocida como la Gran Llanura, ya que la geografía del lugar mostraba una especie de (para que os hagáis a la idea) isla gigantísima, recorrida por una ramificación de cordilleras montañosas, recubiertas de una jungla boscosa exuberante y peligrosa (el clima allí era tropical, húmedo y cálido), que surgían desde el norte y dejaban llana la parte del sur, recorrida por manantiales y ríos que desembocaban directamente en el mar. La Gran Llanura era el único sitio libre de bosque con amplias praderas que permitían el desarrollo de la agricultura y la ganadería de pasto, por lo que podía decirse que Atlantis tenía el monopolio de las mismas, y el suelo más adecuado para la expansión de la ciudad, por lo que no sorprendió que se terminara convirtiendo en la capital. Aprovecharon la montaña solitaria en el llano para construir la ciudad desde la cima hasta su base y más allá, poblando el llano.
Características de la capital:
- El diseño urbano de Atlantis era radial: las calles de la ciudad describían circunferencias geométricas y calles rectilíneas que eran como “radios” que apuntaban hacia el centro. La capital dividía su población en tres anillos concéntricos de tierra, en altura ascendente, separados por otros 3 anillos de agua intercomunicados por canales, cascadas y manantiales subterráneos.
- Atlantis estaba construida en base a una gran montaña o colina, de forma que la ciudad se dividía en niveles de altura, quedando el tercer nivel justo al pie de la montaña, sobre la llanura (más o menos a nivel del mar); comenzando a escalar la ladera de la colina, un enorme acueducto elevaba el anillo intermedio de agua, por encima del cual se elevaba el 2º nivel de la ciudad. Otro acueducto, más pequeño y cerrado, aferrado a la cúspide de la montaña separaba la ciudadela, situada en la cima, del resto de niveles, ofreciendo una increíble vista panorámica de toda la ciudad. Los anillos de agua estaban conectados entre sí a través de cascadas y acuíferos subterráneos de agua dulce, procedentes de la propia montaña.
- Atlantis tenía kilómetros y kilómetros de extensión, siendo con creces la ciudad más grande de toda la Atlántida, pudiendo incluso tardar más de una jornada en recorrer la ciudad de un extremo a otro.
Fijándonos en el mapa podemos ver que he señalado varias cosas.
Empezando por el 1, la Ciudadela, podemos ver que estaba situada en el nivel 3, arriba del todo. Era un lugar hermoso, lleno de paseos, jardines, fuentes y adornada con incontables estatuas, panteones, museos y escuelas de arte… En el centro, se elevaba el esplendoroso Palacio Real, donde residían los cortesanos y la familia real, y donde a menudo tenían lugar celebraciones de nobles, nombramientos, juicios, etc… También se encontraba allí el Gran Templo, hogar de muchas Sacerdotisas, y donde la Suma Sacerdotisa es venerada y respetada por las otras Sumas de los demás templos. La construcción del Gran Templo llevó años, pero su hermosura y su increíble diseño rivalizaba de sobra con el del propio Palacio Real. Al norte se encontraba el Auditorio y la Sede del Consejo, y dentro del mismo área, la Biblioteca de Atlantis, santuario por excelencia de todos los dedicados a la filosofía y a la magia. En la parte sur, recorrida por balconadas que mostraban la vista de la ciudad, y al fondo el mar; había un mercado fijo regentado por burgueses adinerados y civiles con cierto nivel económico donde se vendían piezas, materiales exóticos y cristales mágicos muy poco comunes y muy caros. Algo de esperar, pues la Ciudadela es el lugar de residencia de los Nobles y de la familia Real. Son pocos los civiles que residen aquí, y como podéis comprobar, es la parte más pequeña de la ciudad en superficie.
Pasadas las cascadas y el puente del anillo interno de agua, llegamos al 2º nivel. Este nivel no tenía función residencial, sino que estaba dedicado enteramente al arte, el ocio y la enseñanza: había un gran gimnasio público, un estadio donde se celebraban carreras de caballos, los establos donde se criaban no sólo a los équidos, sino una colección de lo más exótica y variopinta de la fauna de la Atlántida (como un zoológico, pero sin que los animales estuvieran encerrados, sino que se movían libremente por un recinto que recreaba la jungla atlante mágicamente). Recorrían la circunferencia cientos de paseos, parques, avenidas, pequeños comercios… donde la nobleza y el pueblo civil se mezclaban sin discrepancias. Aunque sin duda lo más importante de este sector eran las Academias, no sólo de magia o de combate, sino también de estudios, letras, ciencias… También había 4 templos dedicados a guardar tesoros y ofrendas, y donde los jóvenes devotos eran instruidos.
Ya en la base de la colina encontramos el primer nivel, el anillo periférico. Aunque en el mapa tiene un grosor más o menos parecido al 2º, en realidad este anillo era mucho más amplio que los demás, y donde realmente estaba la población atlante. La gran mayoría de los civiles residían aquí, y se establecían los grandes mercados que ocupaban calles y avenidas enteras. También estaban los establos y las fincas de entrenamiento de las monturas voladoras atlantes (pequeños dragones no más grandes que un caballo y cráneo de saurio). Había 4 grandes templos situados en los 4 puntos cardinales, donde la población se congregaba en los días de celebración o de devoción a los dioses, o simplemente podía acudir para pedir la ayuda espiritual de una sacerdotisa o un monje, o un sanador. En el norte, cerca de la muralla exterior y muy recientemente añadido, estaban los cuarteles del ejército atlante. En el sur, cerca del puerto principal, estaba la prisión de la capital y la sede de la Guardia, aunque era extraño que las celdas permanecieran llenas durante demasiado tiempo.
Al sur, justo donde termina el Puente (una escalera enorme que ascendía desde el 1er nivel hasta el 3º) estaba el Puerto Principal, el dedicado al comercio y a la pesca (en los otros anillos había pequeños embarcaderos con botes dedicados principalmente al transporte, algo así como las góndolas venecianas). Era enorme, estaba muy bien conservado y era uno de los motores principales de la economía atlante, pues por allí no solo entraba y salía la pesca, o la flota, sino que se movía el comercio más allá del continente. Comunicaba con el Gran Canal, una verdadera obra de ingeniería que reconducía el agua de los círculos de la ciudad y la llevaba fuera en línea recta hasta el mar, a varios kilómetros de la ciudad, donde terminaba la llanura. Por él circulaban los barcos que entraban y salían de la ciudad hacia el mar, a través de sistemas de drenajes y exclusas.
Todos los niveles (círculos) estaban conectados, bien por puentes o escaleras que ascendían bajo las cascadas, o a través de túneles naturales que los atlantes adaptaron para poder utilizarlos como pasadizos internos que comunicaban la ciudad adherida a la montaña. Cada nivel de la ciudad estaba fortificado y vigilado, alzándose altas murallas y almenas de extraño diseño donde permanecía la Guardia Imperial, vigilando la ciudad.
Más allá de las murallas del 1er nivel, estaban los prados vastos de la Gran llanura, y extendiéndose alrededor de la ciudad, especialmente por la zona sur, la zona de trabajo y de cultivo, donde los campesinos atlantes volcaban su esfuerzo en abastecer la ciudad desde las primeras luces del alba hasta las últimas del atardecer, volviendo a refugiarse a sus casas a través de las entradas a la ciudad, custodiadas por los puentes y la Guardia.
Al norte se extendía la selva y las montañas, oscuras, inexploradas y, sobre todo, peligrosas, infestadas de depredadores, no solo como los que conocemos, sino poblando una fauna aún más peligrosa y escurridiza, de la que los exploradores eran expertos. Por la noche, el bosque brillaba con bioluminiscencias naturales y emitía sonidos desconocidos y, a veces, escalofriantes…
Al norte se extendía la selva y las montañas, oscuras, inexploradas y, sobre todo, peligrosas, infestadas de depredadores, no solo como los que conocemos, sino poblando una fauna aún más peligrosa y escurridiza, de la que los exploradores eran expertos. Por la noche, el bosque brillaba con bioluminiscencias naturales y emitía sonidos desconocidos y, a veces, escalofriantes…
Había algunas rutas despejadas que comunicaban Atlantis con otras ciudades de la isla, pero que se usaban más bien poco (pudiendo ir volando, para qué andar…). Pero por si alguna razón había que ir a pie, siempre había una partida de exploradores para allanar el terreno a la caravana, y aún así, lo normal es que uno o dos viajeros no lograran terminar el camino.
La isla: Pueblos exteriores
La isla de Atlántida no terminaba sólo en Atlantis y en su selva. Había dos ciudades pequeñas más, y varios pueblos localizados, la mayoría dispersos entre los cultivos de la Gran Llanura.
La ciudad portuaria de Yrcandis estaba justo en el lugar donde la Gran Llanura forma enormes playas de arena blanca, y salpicada de arrecifes coralinos. Era el último extremo del Gran Canal, y el lugar donde los barcos mercantes y pesqueros descargaban sus mercancías. Esta ciudad era mayormente comercial. Su mercado y su lonja eran los más famosos de la Atlántida. También era famoso su puerto militar, que albergaba la mitad de la flota armada del pueblo Atlante, ya que la otra mitad se encontraba estacionada en la capital. Eran los guardianes de la última exclusa que daba al mar, y los principales proveedores de comida y recursos agrícolas. La ciudad era apenas una sexta parte del tamaño total de la capital.
Nerondis era la ciudad del norte, situada al otro lado de las montañas, en una rivera que les proporcionaba el monopolio de los cultivos de regadío, y era el principal creador de licores, vinos y otras bebidas exóticas. También cultivaban arroz, y fueron los primeros en domesticar aves para usarlas como mensajeras. Sus rutas comerciales se establecían principalmente con Yrcandis, ya que para llegar a Atlantis les era más seguro subir por el Gran Canal que atravesar toda la jungla, aunque el recorrido fuera hasta dos veces más largo. Sus cascadas son especialmente famosas
La isla de Atlántida era bastante grande. Se tardaban casi 5 días en recorrerla a pie de norte a sur, a travesando montañas y bosque; 2 días en llegar desde Nerondis a Yrcandis, y casi otro día en superar todas las exclusas del canal hasta llegar a la capital. Antiguamente se usaban los caminos de las montañas y los que bordeaban la jungla, pero ésta poco a poco se había ido llenando de peligros, y ahora los habitantes de la Atlántida no podían atravesarlos sin un grupo de exploradores dispuestos a defenderles.
En la zona del bosque, los Atlantes Primigenios edificaron Los Cuatro Templos, señal de que antiguamente cruzaban sin miedo los bosques a pie. En orden en las fotos podéis ver el Templo del Este, el Templo del Sur, el Templo del Norte y el Templo del Oeste.
Los pueblecitos esparcidos se concentraban especialmente en el sur, en las llanuras, junto a la playa, o al norte, esparcidos entre los afluentes de la rivera, más o menos cercanos a las ciudades grandes. Sólo dos pueblos sobreviven en la espesura, y son los únicos dos poblados con nombre propio.
Uno es Borea, situado al Oeste, cerca del Templo. Las gentes de allí tienen la piel algo más oscura de lo habitual, y la mayoría tienen una alta conexión con el bosque y la naturaleza. Por lo general son buenos exploradores y sanadores, y viven de la recolección y la caza. Sus casas son primitivas, y al mismo tiempo son las construcciones más antiguas de la Atlántida, más incluso que la propia Atlantis. Pacíficos, viven en lo profundo de la selva. Son especialistas en domar aerseys salvajes. Su deidad predilecta es Gi (Artemisa).
El otro es Ouros, situado cerca de las minas de oricalco del este de las montañas. El oricalco era el oro legendario de la Atlántida: un mineral superconductor que podía almacenar propiedades mágicas. Básicamente viven de las minas, y dado que está cerca de la costa y en el antiguo cruce de caminos, es un pueblo más o menos transitado, y menos ermitaño que Borea. Su deidad principal es Epíphane (Afrodita). Son famosas sus construcciones piramidales y sus estructuras flotantes de oricalco.
Uno es Borea, situado al Oeste, cerca del Templo. Las gentes de allí tienen la piel algo más oscura de lo habitual, y la mayoría tienen una alta conexión con el bosque y la naturaleza. Por lo general son buenos exploradores y sanadores, y viven de la recolección y la caza. Sus casas son primitivas, y al mismo tiempo son las construcciones más antiguas de la Atlántida, más incluso que la propia Atlantis. Pacíficos, viven en lo profundo de la selva. Son especialistas en domar aerseys salvajes. Su deidad predilecta es Gi (Artemisa).
El otro es Ouros, situado cerca de las minas de oricalco del este de las montañas. El oricalco era el oro legendario de la Atlántida: un mineral superconductor que podía almacenar propiedades mágicas. Básicamente viven de las minas, y dado que está cerca de la costa y en el antiguo cruce de caminos, es un pueblo más o menos transitado, y menos ermitaño que Borea. Su deidad principal es Epíphane (Afrodita). Son famosas sus construcciones piramidales y sus estructuras flotantes de oricalco.
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