martes, 5 de noviembre de 2013

The Last Cry of Atlantis: La Gente de la Atlántida

La gente de la Atlántida era, sin duda, el paso siguiente en la escala evolutiva del ser humano. Aunque a
niveles generales sus características físicas o anatómicas no distaran enormemente del resto de las personas del Mundo, su verdadera evolución se encontraba a nivel espiritual, y por ende, mágico.

 Los Atlantes tenían de forma natural el pelo de colores blanco, plateado, grises, azules claro o rubio platino. No era extraño que a veces se hicieran mechas y diseños complejos en peinados, trenzados o adornos en forma de diademas y peinetas. Lucían poco vello sobre la piel, ligeramente bronceada, casi siempre recorrida por complejos tatuajes (de los que añadiré cosas más adelante). Seguramente el detalle más curioso era que, a pesar de que la coloración de los ojos abarcaba toda la gama cromática humana, a los Atlantes les cambiaban los iris de color, siempre dentro del mismo tono (séase, si tenían los ojos azules éstos no se les volvían marrones, simplemente se oscurecían o se aclaraban dentro de la gama del azul), dependiendo de su estado anímico. También eran más altos y estilizados, y solían tener facciones angulosas y bien proporcionadas.

Debido a su dieta y a que formaban parte de un ajetreada sociedad, siempre con cosas que hacer, era muy extraño encontrar gente obesa entre la población. De hecho, ellos cuidaban mucho su salud y su estado físico, ya que a la hora de manipular energía mágica, y en general, de vivir una vida normal, esto facilitaba mucho las cosas. Tenían conocimientos muy avanzados de medicina, y una gran consideración hacia sí mismos, por ello las enfermedades y las epidemias solían ser situaciones muy muy esporádicas. Para ellos la mejor arma contra ellas era la prevención fortaleciéndose física e inmunológicamente. También, como curiosidad, era atípico encontrar cicatrices sobre sus cuerpos. Esto, sumado al clima tropical de cálidas temperaturas estables, al uso de la magia y la energía, así como su gastronomía les daban pie a vivir vidas inhumanamente largas, de siglos, e incluso, milenios, aunque ésto último se daba sólo en casos muy excepcionales. Por supuesto, la buena forma física también dependía del trabajo a desempeñar, pues evidentemente siempre estarían más fortalecidos aquellos dedicados al servicio militar o a la cacería, que los que se pasaban el día en el laboratorio o la biblioteca. 
 El cuidado de uno mismo era algo que también se aplicaba a los niños, y eso era algo que no se quedaba sólo en el físico, sino también en el intelecto.

Eran muy populares entre los Atlantes los juegos de lógica y estrategia (parecidos a las damas, el ajedrez o el sudoku). Igualmente también se fomentaba la lectura y la creatividad, y ante todo, la música. La moda Atlante combinaba un estilo a caballo entre azteca, griego y egipcio, tanto en ropajes como en arquitectura, añadiéndole un aire algo moderno muy propio de la gente de Atlantis. Típicos eran los colores blanco, azul y rojo-vinoso. La Guardia normalmente ostentaba el rojo y el dorado, y las Sacerdotisas de mayor rango ostentabas sus vestimentas rituales en colores violáceos y plateados. Gracias al clima húmedo y tropical del que gozaba la Atlántida durante todo el año, el estilo casi siempre implicaba dejar partes del cuerpo a la vista, siendo algunos modelos más provocativos que otros, aunque no por ello olvidaban la funcionalidad de los mismos. Los tejidos típicos eran el algodón, la tela (tejida en un complejísimo diseño propio de los Atlantes), y el cuero para hacer cintas, correas y cinturones. La Realeza, el Consejo y las Sacerdotisas solían vestir con sedas o lino. Los adornos de oro y nácar también eran muy comunes: pulseras, anillos, pendientes, brazaletes, intrincados collares, piercings… 
Las joyas y la bisutería solían ser cosas más propias de la Familia Real, los Magos, los Alquimistas. A pesar de eso, no era raro ver a las mujeres lucir verdaderas piezas de arte engastadas en oro, plata y nácar en fiestas o celebraciones especiales.




El tema de los tatuajes comprende un verdadero y complejo mundillo en sí mismo. Hacerse un tatuaje tenía casi siempre algún tipo de significado especial, rara vez se hacía sólo para adornarse sin más. Los tatuajes siempre eran de colores azules, más claros, o más oscuros, a veces haciendo degradados. Rara vez se veían en blanco o en negro, a no ser que fuera combinados con el azul. Nunca de otro color. El por qué de esto, en realidad no se debía sólo a una mera costumbre cultural, sino a que el pigmento utilizado era la tinta de un curioso calamar que al introducirse en la piel dejaba ese característico color azul, que además no se borraba ni perdía nitidez con el tiempo. Lo normal era que un tatuaje siempre tuviera algún tipo de implicación mágica: símbolos o círculos de protección, invocación de criaturas (familiares espirituales), símbolos rituales y mágicos, señalización de algún tipo de rango o de mérito conseguido (éstos solían estar situados en el rostro), etc… 
De algún modo la forma de los tatuajes variaba dependiendo de la profesión. Los guerreros, cazadores, exploradores… A menudo tenían círculos de protección y diseños tribales y agresivos de criaturas familiares que invocaban en su ayuda. Los alquimistas optaban por símbolos alquímicos (la serpiente de Ouroboros o el Caduceo, símbolos geométricos de equilibrio, círculos de transmutación…) y por las formas geométricas regulares. Las Sacerdotisas y los Monjes utilizaban runas complejas en forma de oraciones o como peticiones que usaban para la sanación. La Familia Real y el Consejo llevaban complejos diseños de recorridos geométricos irregulares… Pero sin duda los que aplicaron más el término de funcionalidad a los tatuajes fueron los Magos, recorriendo buena parte de sus cuerpos, especialmente brazos, manos, pecho y espalda; con intrincadísimos círculos mágicos, caracteres y glifos que a menudo les facilitaba la obtención y focalización de energía, o que usaban para lanzar hechizos sin necesidad de pronunciarlos o sin tener que concentrarse para invocar elementos.



El idioma Atlante se basaba en un dialecto raíz que recopilaba sintaxis y gramática de casi todos los existentes, lo cual les otorgaba un vocabulario extenso, palabras de pronunciación y escritura simbólica compleja, y también la capacidad innata para aprender el resto de idiomas del mundo. Además el idioma Atlante tenía dos variantes: el dialecto de expresión normal, y el mágico, con un acento y pronunciación ligeramente diferentes, empleado obviamente para todo lo que se refería al campo de la magia, la alquimia o la divinidad.


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