¿Qué es la Letanía?
Durante la caza humana contra los cambiantes, todos los clanes y manadas se reunieron en el Primer Gran Cónclave, y decidieron que todos los de su especie debían pasar a un modo de vida anónimo. La purga de Selene debía continuar, pero desde las sombras. Los humanos, finalmente, parecían estar convirtiéndose en el peligro que su Diosa había profetizado en la antigüedad. Su misión continuaba, pero sus métodos debían cambiar.
La Letanía constituye una serie de normas que constituyen la Ley para los cambiantes. Ninguno, sea de la manada o grupo que sea, independientemente de su género, raza animal o posición, se escapa a estas reglas, aunque es cierto que algunas veces se "reinterpretan" de según qué maneras, aprovechando los vacíos legales en las mismas.
¿Qué ordena la Letanía?
1. Nunca descorrer "el Velo".
El "Velo" es la pantomima que los cambiantes interpretan para evitar ser descubiertos o puestos en evidencia delante de los humanos. Descubrirse públicamente es una grave falta para TODAS las manadas de cambiantes. Hasta el más inútil entiende que no se debe delatar el secreto de la existencia de los cambiantes. Por ende, está totalmente prohibido transformarse o cazar en público, no se debe hablar NUNCA con ningún humano sobre la existencia o costumbres de los cambiantes, y si alguno lo descubre, debe ser ejecutado en el acto.
¿Qué ocurre, entonces, si un cambiante se enamora de un humano y decide procrear con él? En ese caso el humano debe tomar una decisión: dejar toda su vida anterior para unirse a la manada como miembro de la parentela, o ser parte de la próxima cacería. Para los cambiantes el dilema es sencillo en estos casos: o estás con ellos o contra ellos.
Los cambiantes que violan esta norma están sentenciados a morir.
2. Cazar en manada o abstenerse.
Para mantener la Rabia a raya y mantener el legado de Selene, las manadas acordaron cazar humanos sólo una vez al mes, durante la luna llena. Se reúnen, creando grandes rituales, fiestas y celebraciones, y liberan a un grupo de humanos en bosques o páramos alejados de la civilización, dejándoles correr para acto seguido transformarse y perseguirlos hasta acabar con todos ellos, dando así rienda suelta a sus instintos de una forma controlada y al margen de la sociedad.
Gracias a los contactos que han logrado tejer a lo largo de los siglos, logran purgar el mundo de la peor escoria, utilizando criminales, asesinos, violadores, políticos corruptos, etc... En general, despojos sociales que no importan a nadie o que han sido condenados a muerte o cadena perpetua. Son bastante selectivos y tienen mucho cuidado a la hora de escoger y asegurarse de que nadie irá a preguntar por sus presas. O al menos, eso intentan.
Los cambiantes tienen completamente PROHIBIDO cazar en solitario o matar a un humano por cuenta propia, independientemente de si el motivo era justificado o no. Los que cazan por cuenta propia son ejecutados o expulsados por su manadas.
3. Respetar el territorio de otro.
La Ciudad está repartida entre las manadas, las cuales han logrado hacer con el control del submercado y mueven los hilos desde sus respectivas posiciones para asegurar siempre lo mejor para los suyos. A pesar de ser todos cambiantes, la realidad es que las manadas son territoriales y pelean entre sí por mantener y expandir sus dominios.
Los cambiantes DEBEN presentarse ante el líder de la manada cuyo territorio está pisando, siempre, y pedir permiso para poder recorrerlo, atravesarlo, o hacer lo que tenga que hacer allí. En caso de serle denegado, deberá abandonarlo de inmediato. En caso de que se le conceda, debe tratar respetuosamente tanto al territorio como a sus habitantes, sean cambiantes o humanos, y acatar las normas de la manada reinante.
Cualquier falta que cometa dentro del territorio, será castigado por la manada reinante. Si un cambiante entra sin permiso en el territorio de otro, el Alfa de la manada invadida tiene derecho a reclamar un castigo sobre él, o a aplicárselo él mismo.
4. Someterse siempre al Alfa.
La manada tiene una jerarquía bien marcada. El líder es el Alfa, y es el que tiene la última palabra en la toma de decisiones y el que debe velar por el bien de su manada. El segundo al mando es el Beta, y es el que se encarga de lidiar en las disputas internas de la manada y en asegurarse de que todos aceptan las decisiones del Alfa.
El Alfa, además, cada siete años está obligado a aparearse con una nueva hembra para asegurar el legado de la manada. La hembra, sea humana o de su especie animal, elegida para ello adquiere el título de Hembra Alfa, a la cual todo el mundo respeta y protege durante el tiempo que está con el Alfa. Compartir el liderazgo con su hembra es decisión del Alfa. Una Hembra Alfa puede dejar de serlo si no le ofrece un descendiente en los primeros dos o tres años.
Por debajo de ellos están los Veteranos (o Ancianos), a los que se respeta por su sabiduría. Luego están los miembros normales de la manada, los Cliath, y en el escalafón más bajo, los Cachorros (menores de 21 años que ya han pasado la primera transformación). Algunos ponen a los Metis incluso un escalafón por debajo de los Cachorros.
Todos los miembros de la manada deben someterse a las decisiones del Alfa, aunque no estén de acuerdo. Algunos Alfas son más tiranos que otros. Los hay que prefieren escuchar a su manada antes de decidir, o que directamente se apoyan en las opiniones del Beta. En cualquier caso, al Alfa siempre se le debe tener en consideración y respeto, y siempre se le debe saludar con alguna muestra de sumisión (arrodillarse, mostrar el cuello, inclinarse, etc).
Los cambiantes que no respeten las reglas y decisiones del Alfa serán expulsados de la manada.
5. Aceptar y respetar una rendición honorable.
Siempre que un cambiante demuestre sumisión o una rendición digna a otro cambiante, su vida debe respetarse. Esta norma permite evitar los combates y las muertes innecesarias entre ellos, y deja que un cambiante que se vea en situación de inferioridad pueda retirarse honorablemente al reconocer la fuerza y superioridad de otro. Esto se aplica también a las propias manadas, si bien, reconocer la debilidad no suele ser plato de buen gusto para nadie.
Matar o herir a un cambiante cuando éste ha demostrado sumisión se considera una falta grave que conlleva la pérdida del respeto de casi todos los congéneres y la posible expulsión de la manada.
6. Nunca aparearse entre cambiantes.
Los Metis son considerados por la mayoría como una aberración contra Gaia y una terrible falta hacia Selene. Sus deformaciones, sumado al hecho de que no pueden procrear, los convierte en seres "inservibles" para la manada, por lo que en su día se declaró que su existencia debía erradicarse a toda costa. Por esta regla tan espartana se han sacrificado miles de criaturas recién nacidas desde la antigüedad, si bien, en la actualidad se ha empezado a mostrar cierta piedad hacia ellos en algunas manadas, que les dejan convivir con ellos sin permitirles casi nunca escalar en la jerarquía de la manada, y tratándoles con condescendencia, distancia o, incluso, temor y repulsión.
Por descontado, los cambiantes que se encuentren culpables de engendrar un Metis deberán ser ejecutados por su imperdonable pecado contra Gaia, aunque se permita que su hijo viva con la manada.
7. Un Alfa sólo podrá ser desafiado en tiempos de paz.
No siempre el Alfa de la manada está preparado o condiciones de dirigir, y no hay que ser muy listo para adivinar que un mal líder puede llevar a la manada a la extinción. En los tiempos que corren, permitir algo así es impensable, así que la única excepción a la cuarta regla de la Letanía permite que un Alfa pueda ser desafiado por un aspirante "en tiempos de paz" (es decir, mientras la manada no tenga enfrentamientos o frentes abiertos contra otras manadas, amenazas, criaturas, etc). Un Alfa NUNCA deberá ser desafiado en tiempos de guerra, en cuyo caso el Alfa podrá ignorar el desafío y castigar o expulsar al aspirante.
El aspirante puede ser "cualquiera" dentro de la manada, siempre y cuando haya demostrado o protagonizado aún interés o acción altruista que haya sido en beneficio de dicha manada, sin llevarse nada a cambio; independientemente de su rango (Cliath, Veterano, Beta o, incluso, Hembra Alfa). En dicho caso, el Alfa se ve obligado a responder sin poder negarse a enfrentarse al aspirante en combate singular. Dependiendo de la manada, el combate puede ser a muerte o no.
Si el Alfa gana mantiene su liderazgo, si pierde, debe abandonar la manada y el aspirante pasa a ser el nuevo Alfa, y tiene derecho a escoger a un nuevo Beta y una nueva Hembra Alfa.
8. Siempre otorgar una muerte honorable a un congénere.
Entre los cambiantes, el asesinato y el juego sucio en el combate se consideran un insulto al oponente. Aunque su rango sea bajo o su casta desdeñable, todo cambiante se merece una muerte honorable para poder ascender y reunirse con Gaia. De lo contrario, se considera que el Padre no puede ir a buscar el alma del derrotado para guiarle en el camino que hay después de la muerte.
Los cambiantes siempre deben mostrar honor y respeto por sus enemigos, y encargarse de que mueran habiendo tenido opción a defenderse, y sin sufrimiento innecesario. Las muertes limpias y justas son honorables. Las muertes crueles o traicioneras son vergonzosas para el cambiante que los comete.
Esta regla, por supuesto, sólo se pensó inicialmente para aplicarse entre cambiantes, aunque algunas veces se aplica con los humanos cuando estos demuestran valor o entereza al enfrentarse a uno de ellos. Los cambiantes que matan a sus hermanos de formas deshonrosas acaban siendo expulsados de la manada.
9. Nunca traicionar a la manada.
Del mismo modo, la traición es un error imperdonable. La manda es la familia y la vida del cambiante. Sin la manada, no son nada, se quedan desamparados en un mundo hostil y en guerra. Desde que se transforman, a los cambiantes se les inculca muy profundamente la idea de que la manada es un espacio seguro, es protección y confidencialidad. Todos los cambiantes hacen lo que sea por sus manadas y establecen vínculos mayormente profundos con ellas. Son raros los casos en los que un cambiante abandona una manada por voluntad propia. Se necesitan unos a otros, porque se comprenden y se guardan las espaldas, aunque tengan que aguantar a un Alfa al que no soporten o tengan que soportar la presión de ser un rango bajo, como los Metis. Un cambiaformas solitario tiene problemas para relacionarse, cazar, convivir con la Rabia, etc. La soledad les acaba volviendo locos o les empuja a la depresión y al suicidio. Algunos intentan meterse en otras manadas distintas, pero raramente se les acepta en ninguna.
Los cambiantes que traicionen a su manada o a su Alfa, serán expulsados de la misma, o incluso ejecutados dependiendo de la gravedad de su traición.
10. Honrar a la Tríada
Todos los cambiantes deben honrar a los dioses: Gaia, Selene y el Padre de Todos. Su poder y su naturaleza están ligados a ellos, y las herejías o blasfemias no se consienten en la manada. Todas las manadas tienen cierto tinte ritual o religioso con este tema. Cada una interpreta y venera a la Tríada a su manera, pero todas les rinden culto a los dioses de un modo u otro. Las manadas que no siguen la tradición y no traspasan su sabiduría de una generación a otra, pierden el respeto de las demás y empiezan a adquirir mala fama. Amén de que si pierden el favor de los dioses, sus poderes merman y se debilitan, lo que resulta catastrófico de cara a otras manadas o a los enemigos de la noche.
Todas las lunas llenas debe celebrarse el ritual de la cacería. Después, cada manada es libre de hacer ritos secundarios o no. Pero los dioses deben ser honrados para asegurar la perpetuidad de la manada en cuestión.
Los cambiantes que no respeten las tradiciones o las corrompan pueden ser castigados, ejecutados o expulsados de la manada.
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